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miércoles, abril 24, 2024
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El MÉXICO CON J

Hernán Cortés tenía cuentas atrasadas y lo llamaban a pagar.
No sólo había zarpado de Cuba sin la expresa autorización de Diego Velázquez, también hizo caso omiso de su misión principal, que a la sazón, consistía en explorar el litoral, más al norte del punto al que había llegado Juan de Grijalva en 1518.
Cortés llegó a lo que hoy es Veracruz, puso un pie en tierra y luego el otro para no caerse. (las caídas en su vida futura serían más profundas que las físicas).
Ahí, motivado por la curiosidad que otros llamarán avaricia. Tras haber escuchado los relatos de una ciudad sobre la Laguna, ciudad caudal de fortunas. Decidió avanzar tierra adentro.
Abogado a final de cuentas, trazó un plan para ejecutar su nueva empresa: Conquistas S.A. de C.V.
Así fundó la villa rica de la Vera Cruz y nombró un Cabildo, el Cabildo a su vez busco a un capitán general para encomendarle la misión de explorar tierra adentro y el ganador por decisión dividida fue nada más y nada menos que Hernán Cortés.
Con todo esto, salía sobrando en la obra el gobernador de Cuba, Diego Velázquez quien ya no tendría jurisdicción sobre el nuevo ayuntamiento.
Los que dicen que las malas noticias viajan rápido, nunca anduvieron en barco.
Para cuando Velázquez se enteró de la movida, Hernán Cortés ya estaba disfrutando a dos nalgas del trono de Motecuhzoma.
Había pasado tanto tiempo que se lo tomó con calma y se limitó únicamente a ordenar la partida de 1300 hombres al mando de Panfilo de Narváez, con la orden de capturar a Cortés vivo o muerto.
Los correos de Motecuhzoma, que eran eficientes en demasía, le informaron sobre el desembarco de muchos Teueles (nombre que le daban a los españoles) en la costa de Veracruz .
Motecuhzoma, a su vez, le pasó el dato a Cortés, quien con toda la tranquilidad del que tiene cola que le pisen, supo que ya le había caído el chahuistle.
Así pues, con un: — Pedro, hay te encargo el changarro —. Partió el cuatro de marzo hacia Veracruz con el grueso de la tropa disponible.
Dejando a cargo en Tenochtitlan a Pedro de Álvarado con setenta españoles y unos mil tlaxcaltecas para cuidar lo ganado.
Los últimos días de marzo se celebraba el toxcatl, una festividad de carácter religioso en honor a Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Y aunque no tronaban cuetes todo el día y no había castillo ni conjunto grupero por las noches, era la festividad más importante de los mexicas.
En ausencia de Cortés, se le pidió a Alvarado la autorización para celebrar el toxcatl, ya que desde su llegada, los bárbaros aguafiestas habían prohibido las festividades nativas por considerarlas clasificación C, demasiada encueradera y sacrificios humanos.
Alvarado dio su venia para la celebración, poniendo como condición que debía realizarse sin sacrificios humanos. Algo así como una cena de Navidad sin pavo.
El décimo día de toxcatl se reunieron en el Teocalli (templo mayor) los nobles mexicas, los guerreros águila y los sacerdotes.
Aquí se bifurca la historia, algunos sugieren que Alvarado temiendo un complot de las castas dominantes aprovechando la desventaja numérica de los españoles, planeaban un ataque.
Otros sugieren que fue pasada por alto la orden de no hacer sacrificios humanos y que dos jóvenes que representaban a cada uno de los dioses fueron llevados a la piedra de los sacrificios, que para colmo de males estaba a los ojos de la Virgen María, pues ya se le había colocado en un nicho en lo alto del templo mayor .
Cualquiera que fuera el motivo, sirvió para que Alvarado diera la orden de atacar a los asistentes al toxcatl, los cuales fueron muertos en su mayoría.
Aquel evento pasaría a la historia como la matanza del templo mayor y sería el preludio de la noche triste. Ambas, páginas negras de nuestra historia.

El otro señor Aguirre.

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