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Lagos de Moreno
viernes, abril 19, 2024
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LA LLEGADA DEL DOMINGO DE RAMOS EN EL SIGLO PASADO…

La llegada de un Domingo de Ramos en el Lagos de antaño representaba la total y absoluta guarda en respeto al inicio de la llamada Semana Mayor esa en donde ya para esos ayeres, había tenido la promesa, el juramento o penitencia de parte los adultos e impuesta incluso a los menores para irlos enseñanado a guardar estos días en donde todo era más quietud todavía de la acostumbrada en un pequeño pueblo en donde las costumbres de hacen tradiciones y las tradiciones por costumbre se cumplían.
Los vendedores de las entonces muy escandalosas palmas se entregaban en los templos por unos centavos y había incluso quienes salían al momento con tiempo para recoger las palmitas entonces crecientes cercanas en los ríos y arroyos de la ciudad, en donde igual proliferaban otras plantas, y de ahí de manera chusca y poco ortodoxa se tejía eso sí, con artesanal maestría, las trensitas, pero lo demás poco agradable a la vista pero se hacía en casa. La llegada del Domingo de Ramos igual anunciaba ya para todos el fin de la Cuaresma era cuestión de una semana más para romper el ayuno en muchos aspectos desde luego ahora y siempre los más favorecidos era el no tomar bebidas embriagantes las cuales ya se consumían en cristianas cantidades y desde luego los muy pocos y célebres borrachines eran educados y martirizados a reservarse de ingerir esas espirituosas aguas so pena de irse al infierno cosa entonces maldita y amenzante para cualquier buen católico.
Y entonces las misas en donde se bendecían las palmas o ramos eran contínuas porque era cuestión de todos los buenos laguenses el contar con una palmita bendita colocada dentrás de la puerta de madera de mezquite en uno de los cerrojos o bien pegarla bien en uno de los tablones de las entonces muy bien hechas puertas de madera.
Era colocada en ese lugar, porque decían las viejas mujeronas tenía el poder suficiente para alejar toda clase de mal de ojo, toda clase de envidias, toda clase de maleficio, ya existente desde entonces pese a tener la gente mucho temor de Dios, pero ante los fenómenos inexplicables de la naturaleza o de las raras enfermedades cuya cura no se encontraba entre rezos y cánticos de la bruja de la cuadra o del rancho más cercano, entonces aquello no era cosa buena, y por eso las palmas se colocaban en esos lugares, los ingresos de todos los hogares, que si bien no se preocupaban tanto por tener las puertas cerradas igual debe decirse en su descargo, la gente no tenía esa extraña afición actual de apoderarse de lo no propio salvo los políticos cuyo genoma sigue al parecer ya diseñado desde muy antes hasta los propios actuales pero eso es otra historia.
Las palmas al ser bendecidas alcanzaban para un conjuro, las palmas benditas se pasaban por la panza del niño empachado, y más aún se tenían como fiel acompañante en esos lugares a donde habría por cruzar tal o cual persona cuando por vez primera se alejaba de casa.
El Domingo de Ramos traía la muy valiosa oportunidad de conseguir, una de las mejores armas, para proteger el hogar, era igual el anuncio de la llegada de la Semana Mayor, era igual parte del aviso a tener un silencio casi total en todas las casas en donde se abandonaba el gusto por oír la radio, y más aún por lavar, planchar o cumplir cualquier actividad, porque era la semana de la Pasión de Cristo, y el siglo pasado todavía en su mitad, o un poco más hacia el Milenio, la tradición era constumbre y se cumplía como los viejos decían, «Es la Semana Mayor, se debe guardar respeto»…

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