Como si fueran pocas las mortificaciones que los laguenses habían sufrido a causa de los dislates del famoso Alcalde don Diego Romero, quien vivió en la segunda mitad del siglo XVIII y murió en la primera década del siglo XIX según dicen quienes han investigado la vida de dicho personaje.
Unos años después de la muerte de don Diego Romero, llegó a nuestra ciudad don Celestino González nativo de León de los Aldama quien casó con doña Rosalía Martín del Campo, en 1836 ella era una viuda acaudalada, por lo que su nuevo esposo llevó una vida regalada durante mu matrimonio con ella, pues nunca trabajó, según afirman graves autores que lo han tratado en sus escritos.
Don Celestino vestía con decoro y siempre tenía dinero en su bolsa, por lo que hizo amistades con personas adineradas de Lagos, era un liberal recalcitrante fue hermano de don Rafael González quien murió luchando al lado de Don Pedro Moreno en el sitio del Cerro del Sombrero, esto motivaba que en todas las fiestas patrias, él subía a la tribuna con un lenguaje continflezco saludaba a los héroes de la patria y fustigaba a los conservadores, más se ha dicho con razón que la dicha no es eterna, y los hados envidiosos del bienestar de don Celestino le arrebataron a su rica y amada esposa quien fue tan ingrata que en su testamento se olvidó de su esposo Celestino, que marchitó su lozana juventud en el tálamo conyugal.
De la noche a la mañana estuvo el antes prospero don CELES, en la mitad de la calle ya que todos los vienes de doña Rosalía por disposición testamentaria pasaron a manos de los familiares de ella.
También se dice con razón que donde todo falta Dios asiste, y entre las amistades que hizo el señor González, estaban dos jóvenes acaudalados, Pascasio Serrano y Cipriano Machaen, quienes cuidaron que nada faltara a su maestro don Celestino, a pesar de la ingratitud de doña Rosalía, su esposo la siguió amando después de muerta, y fue el recuerdo de ella, lo que lo llevó a deambular por los campos de las bellas letras, gracias a lo cual su nombre alcanzó la inmortalidad, ondas reflexiones llevaron a don Celestino a componer una elegía «en honor de su difunta e ingrata esposa» y para muestra un botón basta, vamos a hacer del conocimiento de las amantes de las bellas letras la tercera estrofa de dicha elegía:
«OH SEPULCRO TENEBROSO!
CUBIERTO CON ESA LOZA FRÍA,
AQUÍ LOS RESTOS DE ROSALÍA
ROGAR A DIOS POR TU ESPOS!
Consta de siete estrofas de cuatro versos, unos son octosílabos y otros decasílabos pero ya lo dijo Rubén Dario «El Arte no es un manojo de reglas es armonía de caprichos.»
En cuanto hubo terminado su poema ocurrió a darlo a conocer a sus mecenas sus fieles discípulos Pascasio y Cipriano quienes lo alentaron a proseguir cultivando el jardín de las letras, 51 poemas compuso don Celestino siempre tenía uno para cada ocasión pues lo mismo cantó al sol y a la Luna que al ferrocarril central cuando este pasó por nuestra ciudad en 1882.
MUERTE INGRATA TE PUEDO DECIR
PUES AL HOMBRE LA EXISTENCIA HAS QUITADO
QUIEN TUVO LA GLORIA DE HABER VOLADO
SUBIENDOSE AL FERROCARRIL.
Los más cálidos aplausos ganó don Celestino con su poema al ferrocarril y con nació la idea de que no se perdiera tan valiosas piezas literarias, por lo que se mandó imprimir el primer libro del poeta. La edición principal se hizo en Lagos en la imprenta de ALERIANO, que estuvo por la calle capuchinas y el tiraje fue de 300 libros, los que fueron vendidos en un abrir y cerrar de ojos tal edición llegó a conocimiento de don Victoriano Salado Alvarez, quien los compró por docenas para hacerlos llegar a todos los círculos literarios del país, en todos los ámbitos se comentó la aparición de tan estrmbótico género poético nacido en Lagos, la tierra del culto José Rosas Moreno y los ilustres bardos, Ruperto J. Aldana y Silvestre Avena que ya eran conocidos en el medio como cultos y exquisitos poetas, nuevamente las sátiras llovieron sobre las cabezas de los intelectuales de Lagos, donde ya se perfilaban ya más de una docena de hombres de letras cuyos nombres cruzaron los mares, y han dado fama a México en todos los países cultos pero gracias a la aclaración que hizo Cipriano Machaean sabemos que cabe a la ciudad de León el justo orgullo de haber sido la cuna de don Celestino González…