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CRÓNICAS DE AYER Y HOY: ¿QUÉ SABE USTED DE LA CALLE DONDE VIVE? LA CALLE INDEPENDENCIA.

Que es la principal vía de acceso al hermoso Templo de Nuestra Señora del Refugio, que levantó hace siglos, la piedad religiosa de nuestros antepasados, motivados, por la devoción del Donado del Colegio de Guadalupe Zacatecas, HNO. Don José María Reyes fue conocida por nuestros padres: como «calle Nueva» durante muchos años llevó el nombre del General Cirilo Gómez Anaya quien de su propio peculio, la mandó abrir sobre sombrío barbecho de casi estériles tierras, claro que hubo una tenaz oposición de parte de los afectados para tal obra, eran necesarias pues la construcción del Templo del Refugio ya para fines de la cuarta década del siglo XIX estaba por terminarse y era urgente que dicha Iglesia que contara con una calle nueva, pues la llamada calle vieja estaba en pésimas condiciones y no podían transitar carruajes por ellas, dadas las rocosas condiciones que había a flor de tierra en toda su extensión esta calle nueva nace en la esquina del Hospital Rafael Larios y terminaba frente al atrio de la Iglesia mencionada, pero a últimas fechas ha sido unida a la que sube de paseo de la Rivera y ambas convergen en la carretera: Tampico – Barra de Navidad.
Hace muchos años hicieron por cuenta de los padres capellanes del Refugio una banqueta de ladrillo para que cómodamente transitarán por ello los feligreses que toda la vida han tenido especial devoción a la madre de Dios en su consoladora advocación de «REFUGIO DE PECADORES».
A finales del siglo XIX fue capellán de dicho templo el ilustre Fray Alfonso Orozco que estuvo emparentado con la familia Serrano y con quien más tarde fue arzopispo de Guadalajara Don Francisco Orozco y Jiménez.
Llena de unión fue la vida del Padre Orozco de quien se contaba algunas prodigios que obró directamente en su santa vida. Él fue de la orden Franciscana y profeso del convento de Zapopan, por motivos de salud consiguió de la santa sede apostólica, patente de la secularización por la que se vino como capellán del templo del Refugio donde lo tuvieron como a un hombre extremo virtuoso, durante su capellanía tuvo un capellán llamado Lázaro Gómez, quien a pesar de no tener familia era muy ambicioso y echaba mano de parte de las limosnas que los fieles daban.
A tanto llegó su ambición que un día se robo unos vasos sagrados los que sepultó en el zaguán de su casa, que estuvo situada por la calle Nueva a la altura del puentecillo que aún esta sobre el arroyo que los antiguos llamaban «De los Nahuales».
Dichos sacristán murió impenitente por lo que no pudo confesar su sacrílego robo; y su castigo fue durante las noches vagar llorando del templo del Refugio al zaguán de la que había sido su casa de la calle nueva.
Pronto se supo que tales apariciones entre los vecinos de dicha calle, por lo que después del toque de ánimas, (8 de la noche) se aventuraba a salir de sus casas los medrosos vecinos, hay que hacer la aclaración que en esos tiempos el barrio que citamos carecía de alumbrado público, por lo que cualquier bulto asustaba a sus moradores. Era frecuente que entre los vecinos de la calle nueva se comentara con la mayor naturalidad de las andanzas de don Lázaro Gómez, ya las tenían como un mal natural, y fue hasta el 27 de Febrero de 1911 cuando tomó posesión del templo del Refugio un sacerdote que dio mucho de que hablar de sus vistes a los laguenses de esos tiempos, él fue don Cecilio Sánchez a quien lo enteraron las beatas que siempre han estado en todos los templos del mundo, de las apariciones de don Lázaro ante estos informes el padre don Cecilio no comentó nada ses dice que durante las noches siguientes a su llegada al templo del Refugio, él deambulaba por la calle nueva hasta llegar al zaguán de la casa que fue de don Lázaro, tiempo después de sus nocturnas investigaciones pidió permiso a quienes habitaban tal inmueble y una noche excavó del piso del zaguán y sacó los vasos sagrados que el mal sacristán hacia años ahí los había enterrado, una vez sacados los tesoros que indebidamente había sustraído y guardado el mal sacristán, las apariciones de éste terminaron y la tranquilidad de los vecinos, donde entonces es proverbial actualmente «La calle Independencia, de día y de noche, es tranquila y tal vez nadie recuerde a los personajes aquí mencionados pero si es justo es recordar a don Cirilo Gómez Anaya quien a sus expensas hizo la calle nueva .

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