El día viernes y prácticamente arrancando el año, recibimos la trágica noticia de que una compañera fue asesinada, en este país donde la delincuencia, corrupción e impunidad son el pan de cada día ya es algo que tristemente estamos acostumbrados a escuchar; el revuelo de la nota está en quien se imputa como culpable, un alumno que aun no alcanzaba ni los doce años de edad, sí, él fue quien jaló el gatillo, pero detrás de esa acción hay más, ¿dónde estaban sus padres?, ¿qué veía el niño, con quién convivía?, ¿eran la televisión, internet y videojuegos los encargados de crianza?, ¿por qué no se atendió a tiempo su situación? ¿nuestra sociedad se refleja en estos actos?, hay una maraña de cuestionamientos y suposiciones detrás de las balas que hoy arrebataron la vida de un niño y de una colega.
Carajo, qué pasa con nuestra sociedad, hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que pasen este tipo de situaciones, hasta cuándo se darán cuenta que los maestros y maestras nunca han sido los culpables de estas manifestaciones violentas. Hoy escribo estas líneas con indignación, tristeza, rabia y además impotencia, impotencia de saber que nadie protege al docente. Ante la ley, ante la sociedad, ante el sistema, el enemigo público número uno es el maestro. Incluso en estas situaciones en las que ha vistas es la víctima, las redes sociales se inundan con comentarios hirientes al gremio: “¿cómo es que no se dieron cuenta?, Seguro sufría bullying y nadie hizo nada, ¿pero qué clase de colegio es ese donde no cuidan a sus alumnos?, y el director(a) dónde estaba para prevenir esta tragedia, seguramente la maestra le hizo algo al niño…” Por Dios, quién, si no es el mismo docente, ¿quién está del lado del magisterio? Las señales de alerta están en todas partes y nadie hace nada, a diario alumnos rebeldes agreden de manera verbal o inclusive física a compañeros y compañeras que nada pueden hacer al respecto, en caso de actuar, se les acusa de maltrato escolar o abuso de poder, pones en riesgo tu trabajo, pues jurídico (en caso de investigación) sin duda dará la razón a padres y alumnos; en el renglón de los padres de familia también nos topamos con tutores que no aceptan su responsabilidad, con personas que tildan de locos a los maestros, que los insultan, agreden o amenazan, ¿quién hace algo al respecto?, hoy el magisterio vive con miedo, presión y estrés excesivo, trata de hacer su función con lo poco que tiene y en contra de todo un sistema que lo señala como el culpable de los males de la sociedad. Hasta qué punto seguiremos dejando pasar estos focos rojos, en el ayer quedó el caso de Monterrey, hoy es Torreón, mañana puede suceder en cualquier parte del país. ¿Cómo va a actuar Secretaría de Educación?, sencillo, en unos días alguien más cubrirá el lugar de la maestra y el sistema seguirá corriendo, papelería a tiempo, alumnos con un profesor al frente, calendario escolar al corriente, todo vuelve a la normalidad, para ellos. Para los docentes NO, para las y los trabajadores del magisterio esto es un acto más de injusticia, impunidad, maltrato, otro clavo al ataúd donde yace aquella figura de autoridad y respeto que un día fue el maestro mexicano. Compañeros ya no más, basta de vivir con temor, basta de agachar la cabeza y aceptar las disposiciones de un sistema que está hecho para todos, menos para los maestros, que se alcen las voces, que se movilicen los sindicatos si es que en verdad velan por nuestros derechos, que nuestros representantes se muevan, que la tinta corra y nunca más la sangre de un maestro en servicio. Así como se condecora al soldado que deja la vida en batalla, honremos hoy la memoria de una compañera que dejó su vida en las aulas y con ella también a los miles de maestros y maestras que pasaron o están pasando por situaciones de injusticia, que se una el gremio y que el docente defienda al docente, nuestras condolencias para la familia de la maestra y sus seres queridos, así como para las del pequeño. Que descanse en paz una compañera que no cometió otro delito más que ser docente y trabajar para sus alumnos.