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CRÓNICAS DE AYER Y HOY, POR JESÚS MARTÍNEZ RAMÍREZ. RE EDICIÓN DE COLECCIÓN.

 
SANTA CATARINA PATRONA DE LAGOS…
Parece ser que no solo las tradiciones profanas han sufrido en nuestra ciudad un marcado menoscabo, sino también las devociones religiosas que antaño fueron celebradas en el templo parroquial con solemne boato, ahora pasan desapercibidas entre las que fueron más solemnes, estaba la de Santa Catarina Martir patrona de la ciudad, cuya estatua está en el testero de nuestro máximo templo. No sabemos si esto se debe a los cambios habidos en la liturgia católica, pues en otros tiempos el 25 de noviembre era presidido por suntuoso novenario y el 24 a las diez de la noche se cantaba «Las Vísperas» acompañadas por las campanas y esquilas que eran echadas a vuelo durante todas las festividades religiosas, fue el año de 1576, cuando el ayuntamiento de Lagos verificó un sorteo con el objeto de nombrar patrona de la recién fundada villa, tres veces consecutivas resultó favorable el sorteo a Santa Catarina Martir, que desde entonces así se reconoció. (Documento publicado por la revista // + La CRUZ PUBLICA EN LAGOS EN EL AÑO 1884: y citada por el Lic. A. de Alba Martín)
El primer templo que hicieron en la villa fue consumido por el fuego un Viernes Santo, después del sermón del pésame, estaban cubiertos sus muros de brocatel y el techo era de zacate (A. RIVERA).
El 16 de enero de 1576, los alcaldes: Pedro Villafana, Francisco Mota, Pedro Obandos, y Hernando Mena, // justicia y regimientos//, solicitaron los servicios del español Juan de Sayas, maestro de obras de las Minas de Comanja. Este proyecto la segunda Iglesia a la usanza de las del siglo XVI DE ADOBE Y TEJAMANIL, (J: T: Laris) (artículos sobre Lagos publicados en la revista «Cúspide»).
 En los templos que se han citado, ya estaba la escultura de Santa Catarina, como patrona debido a que también la segunda iglesia fue de materiales endebles se vino abajo y fue cuando los principales vecinos de la villa, dieron los primeros pasos, para conseguir el permiso eclesiástico para la construcción de un templo que fuera lo bastante sólido para resistir el peso de los siglos.
Permiso que fue concedido por medio de un documento que empieza: nos endean y cabildo de la santa iglesia de Guadalajara, Juan Leandro Gómez de Parada.
En 1777 fue terminado el barroco frontispicio del suntuoso templo y se procedió a ornar los pórticos laterales, siendo el de la puerta «Del Pozo» dedicado a la patrona de Lagos, Santa Catarina.
Dice don Alfonso de Alba, que se barajaron los nombres de distinguidos escultores de la época sin decidirse las autoriades eclesiásticas por ninguno de los propuestos, el ministro don Francisco Tavares se permitió recomendar a uno de los condiscípulos del seminario, que no teniendo vocación para el sacerdocio se hizo escultor. En el año arriba citado, llegó a la villa don Alfonso Pérez de Ortega con el fin de esculpir la estatua que ocuparía el nicho principal del pórtico ya citado. Lo hospedaron en una casa propiedad de la parroquia teniendo su taller en la planta alta.
Pasaron los meses y ya la escultura estaba finamente tallada; la rueda dentada que destrozó la carne de la doncella Catarina, los suntuosos vestidos de plateresco corte, estaban nimiamente grabados. Pero faltaba la principal esculpir la faz virginal, el tiempo apremiaba, debía de ser colocada la estatua en su hornacina el último día del novenario (24 de noviembre) ya estaban a mediados de dicho mes, y el artista no recibía el soplo de las musas, una tarde estaba pensativo, en el balcón de su estudio que daba a la calle de la Purísma, cabilando, como resolver su problema, sin esperarlo vio pasar una niña de aspecto angelical, e iba con ella su dama de compañía ¡eureka! debe de haber gritado el escultor el bello rostro quedó grabado en su mente de donde lo pasó a la entonces innclusa escultura, el rostro que dio a la estatua de Santa Catarina, fue el de doña Gertrudis de Castro, virtuosa doncella laguense, no pasó desapercibido para los laguenses de esos años el parecido de la fas de Santa Catarina con el de doña Gertrudis de Castro, lo que dio paso ha hablillas en los mentideros de la Villa de Lagos, desgraciadamente, en dos siglos que han pasado, las lluvias y los vientos, han terminado con la tersura del bello rostro de Santa Catarina
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