(NP).- La figura puede ser casi siempre la misma, la forma de llevar sus pecados les ha hecho llegar caminando al santuario religioso más visitado de Jalisco, como lo es el de la Virgen de San Juan.
Es con mucho una de las interminables historias que aún conociendo ya paradójicamente el final a repetirse cada año el dos de febrero, la gente quiere oír ver y contar de nuevo, porque en cada una de ellas se encierra un misterio develado solo para quienes son devotos o creyentes de la Virgen de San Juan, está ahí entonces el secreto de todos cuantos llegan para postrarse ante los pies de la Madre del Cristo quien gustosa los espera para verles los rostros de satisfacción por un año más de su eterna manda la cual en casi todas las historias termina al morir el caminante, el peregrino, o el sanjuanero como le llaman los laguenses.
Ellos, empiezan el largo recorrido como cualquier meta por cumplir apenas con un paso adelante, luego van sumando días, horas de cansancio, de mirar fijo al cielo, al sol al horizonte, al infinito, al vacío de una carretera que les despierta al caminar a veces dormidos por el fuerte ruido de un camión de carga que acciona su potente claxon anunciando que es solidario con su causa, con su creencia.
Y así en muchos de los casos van llevando su peregrinar a grados casi extremos, los hay desde quienes se vienen con apenas lo necesario, hasta aquellos cuyo ahorro alcanzará para lograr traer de regreso un dulce de esos de los muchos expendidos en la católica población y cuya preparación está a sus órdenes porque a sus órdenes está siempre lo referente a sus negocios, a sus comercios y lo hacen así de forma comercial en el nombre de la fé.
La marcha alcanza para conocer otros puntos intermedios en donde si hay gente buena hasta se ahorran una comida y en donde si hay indiferencia igual tendrán que desembolsar para cubrir su alimento, esa es la historia eso es lo que prometieron pagar, por llegar hasta San Juan de los Lagos, esto es lo que dijeron harían con tal de lograr el canje de un milagro, por sus horas y horas y de caminata muchos de ellos completando días y muchos otros completando semanas.
No importa si dan a conocer o no su milagro, pero en cada par de pies caminando a San Juan en cada mochila a la espalda y en cada cántico y oración realizado durante el trayecto dejan de manifiesto que ellos, los peregrinos, seguirán por muchos años cumpliendo esa devoción de visitar a la Virgen justo para saludarle el dos de febrero, justo para decir presente al recibir la bendición aún y cuando, aún y cuando luego la vida les convierta otra vez en pecadores, pero por lo menos el dos de febrero ya se cumplió con esa manda eterna…