“… En estos dos templos —el templo material lugar de adoración y el templo espiritual dentro de mí, donde mora el Espíritu Santo— nuestra actitud debe de ser la piedad que adora y escucha; que ora y pide perdón; que alaba al Señor». Y «cuando se habla de la alegría del templo, se habla de esto: toda la comunidad en adoración, en oración, en acción de gracias, en alabanza. En oración con el Señor que está dentro de mí, porque soy templo; en escucha; en disponibilidad».…”. Papa Francisco.
El pasado sábado 31 de octubre, se llevó a cabo la bendición de la “Capilla de adoración” en la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, en la colonia Jardines del Moral en León Guanajuato, presidida por el Mons. Alfonso Cortés Contreras, el Pbro. Jaime Ramirez, acompañados de la comunidad de fieles.
Al centro de la capilla, está instalada una escultura comisionada al Maestro Carlos Terrés, trabajada en terroca y latón, con el tema de “La Custodia”.
Participó también el Arquitecto Diego reyes, dando una explicación de los elementos de la capilla, y al hablar de la escultura el Maestro Carlos Terrés mencionó: “… Mi Padre tenía una mercería enfrente del santuario de Guadalupe en Lagos y mi Madre trabajaba pintando Virgenes de Guadalupe en tamaño natural, para enviarlas al extranjero que le pedía el Padre Mariano Jiménez y ella se sentaba a trabajar en un rincón especial de la tienda y yo a un lado de ella me ponía también a pintar, cuando ella murió a mis 11 años de edad, yo continué pintando en su lugar, un día al estar trabajando voltee a la izquierda y vi entre la puerta lateral del templo y hasta el fondo el sagrario encendido, que sorpresa agradable y enternecedora, ahí descubrí porque era su lugar preferido, fue un momento cautivador, me heredó un testimonio de fe, de paz y de confianza.
Hoy para mi, modelar el sagrario para esta capilla de adoración, fue recordar esa sensación, debo de agradecer a Dios y al Padre Jaime Ramirez el que me hayan permitido trabajar en este bello tema, el sagrario y su custodia, es un testimonio de ese sentimiento hermoso de compartir a quien venga en adoración a estar cerca del señor, que se sienta observado por una mirada dulce y bondadosa, que perciba una sonrisa divina al entrar, amado, acompañado, protegido, con la seguridad y la confianza de poder hablarle, disfrutar su presencia, comprender su misterio y su enigma, y en silencio contemplativo oír al amor que habla, al buen amigo con quien todo se puede sufrir, acercarse al Padre nuestro en actitud sencilla y agradecida para pedirle con humildad que con el regalo de su amorosa presencia nos cubra su amor desbordante, …”
