El mural alegórico que representa a Don Pedro Moreno, en el salón de escaleras del Colonial edificio que fue el convento de las Pobres Capuchinas, y desde fines del siglo pasado, se convirtió en el «Liceo de varones», del Padre Miguel Leandro Guerra; tiene brillantes y significativas perspectivas.
El muro del fondo está el héroe semi desnudo, con una lanza rota, a sus píes en su diestra una espada «de Gavia » con ademán de atacar a sus enemigos. Su cuerpo es corpulento, por algo sus compañero de estudios lo llamaban afectuosamente: «El toro», su cabello es rizado sus facciones se ajustan a la del retrato del héroe que se tiene como verdaderamente tomado de su persona, por un buen pintor; su torso es musculoso, su rostro revela la determinación de quien sabe luchar hasta alcanzar la victoria, o morir si ésta no se puede conseguir.
Sobre el fondo bermejo, con líneas oscuras; bajo el brazo amenazante de don Pedro Moreno se levanta la mole milenaria del cerro del Sombrero, y detrás de este, un halo que indica la cercanía al día en que ha de nacer la libertad.
En el muro del lado izquierdo, se perfila una gigantesca aguila republicana con las alas ahuecadas dando protección a los espíritus invencibles de Don Pedro Moreno, a su hijo don Luis, el héroe niño, a doña Rita Pérez de Moreno, la abnegada mujer que llevaba en su pecho un corazón espartano. Tanto la mirada del águila como la de los tres personajes mencionados, están fijos en el horizonte de donde llegará a la Tierra de nuestra patria, la canción de la alegría cantada por las voces de los miles de compatriotas que dieron sus sangre para que heredáramos una patria libre.
En el muro de la derecha, la alegoría representa un cataclismo, denominada perspectiva una columna jónica que va cayendo en mil pedazos águilas imperiales sin corona, cadenas rotas, armaduras destrozadas por las espadas de los paladines de la libertad.
Todo lo que representa el poderío y la hegemonía ha caído lo mismo las finas golas que los borjales de las armaduras se confunden en el caso de la derrota.
No cabe duda que el mural mencionado ha dado al grandioso edificio, cierta categoría, la del arte pictórico que las construcciones de nuestra ciudad, brilla por su ausencia, pues tanto en los edificios religiosos como en los laicos aparte del varias veces citado, solo hay el que está en el salón de escaleras del palacio municipal.
Ahora que tocamos el tema de la casa de la cultura en el edificio que aparte de haber sido convento y liceo, un tiempo fue cuartel militar y de esto pasó a ser fábrica de mosaicos, y para coronar la obra, zaurda y establo tal trato ocasionó o que parte de los salones y claustros se derrumbaron, la iniciativa privada formó un patronato para tratar de salvar de la destrucción total el histórico caserón, pero eran tan grandes los daños que había sufrido el edificio, que necesitaban grandes sumas de dinero, para rehabilitarlo, ante la imposibilidad de restaurarlo, dicho patronato solo vigilaba que no se diera mal uso del derruido exconvento.
Fue poco antes de que Lagos celebrara el IV centenario de su fundación cuando el Lic. don Salvador Azuela, consiguió que el gobierno de la república y del estado dieran una buena suma de dinero para hacer unas obras materiales en nuestra ciudad, que durante cerca de medio siglo había estado en el más completo de los abandonos.
El entonces presidente de la república, Licenciado Adolfo López Mateos, puso en manos de su maestro el Lic. Salvador Azuela, los medios económicos, necesarios para que se emplearan en mejoras materiales, donde más falta hicieran, lo propio hizo don Juan Gil Preciado, gobernador constitucional de nuestro estado. Se formó un patronato que administró con honradez y acierto, los caudales recibidos, y el resultado fue: La reconstrucción total del antiguo exconvento, la plaza del IV centenario, el mercado Francisco González León, el hermoso jardín de la Rinconada de Capuchinas y algunas obras más. Que de pronto no recordamos, Lagos agradecido, conserva en el patio de la escuela de artes en un molinito de cantera rosa a la efigie del Licenciado López Mateos benefactor de nuestra ciudad.
CRÓNICAS DE AYER Y HOY: LOS MURALES DE LA CASA DE LA CULTURA
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