No solo se hicieron en nuestra ciudad obras suntuosas barrocas y noeclásicas, también la hubo de utilidad y de rústica hechura, como el canal que durante más de un siglo traía las tibias aguas de los manantiales de la higuera, hasta los patios de las fábricas de la Victoria.
Se empezó a construir en 1840, según un manuscrito que conservaba don José Luis Rincón Gallardo, y tuvimos en nuestras manos bajo la dirección del murciano don Manuel de Contras y Salas. El peso de las edades la furia de los elementos y la ociosidad de los humanos, no han hecho mella en los venerables calicantos que hicieron con pericia y cuidado, los alarifes del siglo pasado.
Dicha obra fue construida como ya se dijo, con el fin de canalizar los grandes volúmenes de agua que durante siglos, caían al río por el arroyo que desemboca cerca del llamado puente de fierro.
La longitud de dicha acequia fue de algo más de 4 leguas, más de 20 kilómetros y cuando no estuvo ensolvada tenia tres varas de profundidad, tres de anchura y sus muros en partes eran de 4 sexmas algo así como se medía vara, era tal su nivelación que en un kilómetro descendía una cuarta de vara.
Ese volumen de agua, movía las ruedas del molino económico, primero en el centro del país. El Dr. Agustín Rivera señala que «hacia 1853, se estableció el molino económico por el ex Marquéz José María Rincón Gallardo tomando en cuenta las vueltas y revueltas que va dando la mencionada atarjea, es una verdadera obra digna de admiración y respeto y justo orgullo para los laguenses, y si tomamos en cuenta que entonces no había los adelantos técnicos que disponen las compañías constructoras y todo ese trabajo se hizo con palas y azadones, por lo que tuvieron que trabajar en ella cientos de hombres, los que no usaron ni cemento ni varilla de cero en dicha obra y a pesar de ello, se mantiene en pié.
todavía causa más admiración la solidez de los viejos calicantos, el molino dio su nombre al jardín grande, por esta junto a él pues en los documentos que hablan de dicho lugar y están fechados en el siglo pasado se señala como Jardín del Molino. También se utilizó el agua de la acequia para unos baños públicos que hubo en la primera calle de la ahora Belisario Domínguez, que se llamó todavía por 1910 calle de los baños.
Una vez que el Molino dejó de trabajar, las aguas se utilizaron para mover las turbinas que generaban fuerza motriz para que trabajara la maquinaria de la fábrica de hilados y tejidos La Nueva Victoria, que fue el nombre en su última etapa, llevó dicho negocio.
Al terminar ese fuente de trabajo, 1919, el agua que mansamente corría por el canal la usaron para regadío de todos los terrenos que había en sus márgenes, y siguió siendo si se quiere, más útil que cuando la usaron para la industria.
También en algunos recodos de su corriente, se formaban pequeños lagos que servían de balnearios para los laguenses de hace medio siglo como lo fue el llamado baño de los caballos en el que se hacían alegres días de campo, era tan extenso dicho remanso que bien se podían bañar a la vez unas cien personas.
Al desecarse los antiguos manantiales que nacían en las famosas posetas, todo ese rico caudal se perdió para la agricultura y esparcimiento de las felices familias lugareñas y los visitantes que las poblaciones vecinas venían a gozar de la paz y la tibieza de los balnearios naturales y gratuitos que en las goteras de nuestra cuidad había.
Sólo queda el aterrado canal y los gruesos terraplenes que dan apoyo a los muros de calicanto que antaño contenían las apacibles aguas que hicieron de la vega de Lagos un emporio agrícola ganadero e industrial. (COLABORACIÓN EN EXCLUSIVA PARA NOTICIAS DE LA PROVINCIA POR JESÚS MARTÍNEZ RAMÍREZ EN EL AÑO DE 1990)…