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domingo, noviembre 24, 2024
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LA GUERRA CRISTERA EN LAGOS DE MORENO MESTRO ÁNGEL PÉREZ MORENO

 

(NP).- El Maestro Ángel Pérez Romero, quien pocas veces aparece en público, en esta ocasión dictó una interesante conferencia sobre el tema de los Cristeros en Lagos de Moreno, esto en el Salón de Pláticas del Templo del Pueblo de Moya.
En la Conferencia también intervino el Joven Israel Gómez Alonzo, hijo del Maestro Mario Gómez Mata, ya fallecido, y quien por muchos años fungió como Cronista de la ciudad y director del Archivo Histórico de Lagos.
En su intervención Ángel Pérez, menciona “Los objetivos Cristeros fueron dos, y eran contradictorios, unos peleaban por la libertad religiosa y nada más, y otros peleaban para derrocar al Gobierno y tomar el poder… En Lagos, se peleó por la libertad religiosa, la mayoría de los alzados no buscaba derrocar al Gobierno, lo cual se puede documentar, con nuestras familias de Moya, La Otra Banda, etc., los que pelearon en La Cristiada, cuando dejaron de pelear sin ningún problema aceptaron ser agraristas, lo cual ocurrió mayoritariamente después de las segunda Cristiada”.
Por ello las labores de inteligencia militar fueron uno de los principales frentes de batalla. Inteligencia Militar, es el espionaje y contraespionaje, que permitió también ocultar, armas, soldados, y acciones planeadas.
Agrega el conferencista, “Por esta causa, los Cristeros de aquí de Lagos, solían engañar a los federales con la verdad, al ocultarse como labradores del Campo, que de hecho lo eran. Muchos Cristeros de Lagos además de dedicar tiempo a la guerra, también dedicaron tiempo a cultivar sus tierras, o a trabajar en sus respectivos oficios”.
Añade que Cristeros y Federales cohabitaron en los escenarios de guerra, “Es conocido por muchos de nosotros la burla que hacía uno de los líderes Cristeros más respetados de la Laguna, el cual en los días que no hacía la guerra, con su ropa ordinaria de campesino, solía visitar la cantina de Las Palmas, ubicada en la calle Hernando de Martell, en el barrio de La Luz, y ahí, se emborrachaba junto con los federales, hablaba pestes de los Cristeros y el Clero y con ello sacaba información a los Federales, la tradición dice que muchas veces maldijo y se burló de él mismo mencionándose por su apodo Cristero”.
Es por eso que, al levantarse 21 vecinos de Moya a la sombra de un sauco, en una de las Huertas de Moya, siendo uno de esos 21, el Comisario que oficialmente estaba al lado de los Federales, pero que en ese doble juego secreto que muchos jugaron, realmente estaba al lado de los Cristeros, al grado que entre la nopalera de su casa se casaron diversos moyenses, a escondidas, durante la guerra.
Secreto que llevó a ese Comisario a ser detenido por los rumores que tenía un doble juego, que llevó a uno de sus hijos a ser colgado para que el Comisario hablara, por obra de Dios, decía el Comisario, lo bajaron antes de que fuera ahorcado.
Cosas de la tragedia, ese hijo cuando estaba siendo alzado aquí en Moya, su hermano de cuatro años aterrorizado se colgó de sus pies produciendo que el colgado entrara más pronto en asfixia, lo cual fue evitado al ser retirado, mientras el llanto era presa de los familiares, pero nadie delató nada, por lo que se llevaron encuerdado al Comisario a la Cárcel de Lagos.
Haciendo uso de los ahorros que logró juntar por muchos años como arriero, pagó “una multa” entregada por un de los Señores de la ciudad, Don Nicandro de Alba, dueño de una de las tiendas que entonces eran más importantes de Lagos, el cual llevó al Coronel los ahorros que la esposa de Comisario juntó y logró que a las 4:30 de la mañana lo soltaran… A las cinco estaba programado su fusilamiento.
Hechos como éste se multiplicaron, dejando un sinfín de colgados y de fusilados, porque la mayoría no tuvo la suerte que ese Comisario Moyense, que pese a ese hecho siguió como Comisario y como Cristero, su cuñado, un adolescente de once años siguió acompañando al Padre disfrazado de jornalero, haciéndose pasar como su hijo, para que el Padre pudiera desplazarse a confesar y a bautizar a numerosas personas, tanto en Moya, como en La Hitlacocha, Cañada de Ricos y múltiples ranchos cercanos.
Pese a ese hecho que lo tuvo al borde de la muerte de él y de su primogénito, el Comisario de Moya, en la segunda Cristiada siguió mandando a uno de sus hijos a la escuela parroquial clandestina que en plena guerra funcionó en diversas casas a donde llegaba una hermana del Comisario, la cual se hacía pasar como empleada doméstica y por ello se llevaba a dos o tres niños de Moya, para que acudieran a donde también iba la Maestra disfrazada también de Empleada Doméstica.
Por supuesto, la escuela funcionaba parecido a lo que hoy tenemos, unos niños iban un día, pasado unos días iban a otra casa otros niños y así se mantuvo la escuela parroquial en la segunda época de La Cristiada.
Los niños se escondían papel de estraza y lápiz bajo la camisa y el peto de su pantalón, no llevaban cuadernos.

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