HACE MÁS DE 200 AÑOS, QUE EL PAPA Venedicto XIV pronunció las frases que encabezan este escrito al conceder de boca de un obispo mexicano, que hizo un viaje «Ad Limina» las maravillosas apariciones de la Virgen de Guadalupe, y en verdad así es, pues todas las imágenes de María que se veneran en miles de santuarios marianos que hay en el orbe Cristiano, nos vienen de las Manos de los Hombres. Algunas que han aparecido a algunas personas privilegiadas y fueron esculpidas o pintadas según las indicaciones de quien asegura que se les aparecieron tal es el caso de la Virgen del Carmen que es una de las que hace muchos siglos, se mostró al cenobita San Simón en el Monte Carmelo e igual pasa con la Virgen de la Merced y en las épocas más cercanas a nosotros, la virgen de Lourdes y la de Fátima.
En cambio la de Guadalupe no hubo necesidad que Juan Diego explicara como era la celestial señora, él al mostrar las Rosas a Fray Juan Zumarra, se dio cuenta que estaba la señora que le enviaba a llevarle sus mensajes al tata obispo.
Así nos lo enseña la tradición y durante siglos, lo creyeron muchos antepasados, aunque no faltaron en el mismo clero sacerdotes escépticos que lo dudaron, entre otros el insigne, Fray Servando Teresa de Mier, y como no era ni es dogma de fe, dicha aparición, pues con su pan se lo coma quien quiera cerrar los ojos a la realidad que de unos años a esta parte está avalada por los medios científicos más sofisticado, está comprobado, que este Santo Lienzo, que actualmente se venera en la Basílica de Guadalupe, es con el divino rostro y el santo sudario, un testimonio físico, de la intervención divina.
Hace unos años, unos científicos de la NASA vinieron y con instrumentos ultraprecisos examinaron el ayate y los colorantes que se fijaron en burda tela el retrato de la madre de Dios; y al fin de sus investigaciones emitieron el siguiente dictamen, breve pero que puede ser definitivo:
A) Las sustancias con que fue plasmada la santísima Virgen de Guadalupe no son conocidas.
B) La duración del tipo de tela como materia orgánica es inconcebible.
C) No existe, en el Ayate, ningún dibujo, por lo que su creación es «intuición pura» de haber existido algún autor este sería el mayor de los pintores.
Fue al amanecer del 12 de Diciembre de 1531 después de tres apariciones, quedó plasmada en el Ayate, del neófito Juan Diego, la imagen de la que dijo, en armoniosa lengua «Nahualt» ser «Siempre Virgen María, madre del verdadero Dios». Pero no todo ha sido miel sobre ojuelas, respecto a la autenticidad, de las milagrosas apariciones; como ya se dijo el padre Mier y Noriega de la orden de Santo Domingo Dr. en Teología, y uno de los más cultos mexicanos fue invitado a predicar en la solemne de fundación de la Basílica de Guadalupe el 12 de Diciembre de 1794, y ahí ante la presencia del señor Virrey, D. Juan Vicente de Guames y Padilla, Conde de Revillagigedo, y del Arzobispo de México, Alonso Nuño de Aro y Peralta y un gran Número de abades, teólogos e inquisidores y lo más granado de la nobleza criolla; todos estaban pendientes de lo que ellos creían que iba ser uno de los más brillantes sermones del famoso orador dominico, en el que las metáforas laudatorias serían como himnos triunfales a la Guadalupana, pues el padre Fray Servando, estaba conceptuado, como un orador de aquellos que en tiempo de la colonia, les decían pico de oro.
Sorprendido se quedó el devoto auditorio, cuando el orador les salió con su domingo 7, después de lúcido y consabido «exhordio» y de otras galanas metáforas retóricas, sin ambajes dijo a sus oyentes que la devoción a la Virgen de Guadalupe, estaba basada en mito, que las apariciones eran meras fábulas que inventaron los conquistadores, para engatuzar a las inocentes libros, que tal imagen la trajo Santo Tomás apóstol cuando volvía de Catay, estas y otras lindezas salieron de la boca del ilustre y andariego Frayle, este sermón le ocasionó prisión y destierro, pero él aprovechó su viaje a Europa, se fugó de cuanta prisión estuvo. De haber conocido el dictamen de la Nasa el ilustre dominico, hubiera cambiada su actitud para los mexicanos, la Guadalupana sigue siendo su reina y patrona. Con cuanta razón dijo el pintor Diego Rivera, «En México, hasta los ateos, somos Guadalupanos»…
CRÓNICAS DE AYER Y HOY: NO HA HECHO COSA IGUAL CON NINGUNA OTRA NACIÓN…
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