MAYO ERA PARA OFRECER FLORES, LOS HOY ANCIANOS DE LAGOS CUANDO FUERON NIÑOS…

El mes de mayo llegaba con puntualidad para los niños marcando en la pasada historia del siglo 19 y 20 para muchos el primero de mayo con el traje blanco obligado a portar de parte de quienes no rebasaban los diez abriles de vida y quienes eran vestidos así para acudir entonces a las dos parroquias existentes solamente en nuestra ciudad, la de la Luz y el templo de la Asunción también parroquial.
La llegada de los barrios con sus respectivas catequistas con su chal en la cabeza y una gruesa de flores traída normalmente de la cuerera ciudad de León Guanajuato, en donde se surtía todo aquel barrio colonia o ranchería cuya festividad era digna de gran fiestón.
Y entonces con la pulcritud de esas mujeres cuyas 5 décadas les habían rebasado y enfoncaban su fuerza y lucha a preparar niños del catecismo, se formaba a los escuincles para entonces tenerlos durante gran parte del rosario parados en el ingreso del templo luego en los intermedios de cada misterio se iban caminando los niños hasta el centro del templo en donde educadamente dejaban las flores en ofrecimiento a María.
En las dos filas había riguroso orden, del lado derecho los niños, del lado izquierdo las niñas, todas sin excepción llevaban o bien una pañoleta es decir un paño en femenino, en color blanco, o bien el famoso chal, confección artística hecha muchas veces por las propias mujeres de las casas de laguenses cuya devoción al mes de María era significativo.
Y entonces los cánticos de esos viejos pianistas cuyo oficio había sido determinado por sus mayores para estar participando en los actos religiosos dejaban pues escuchar esas canciones sacras cuya tonada era poco a poco aprendida por los niños, a base de repetirlas ya fuera en el catecismo, o bien en casa cuando las madres tenían esa preocupación por preparar a quienes irían a ofrecer flores en Mayo.
Y de esta manera no era raro escuchar entonces en la ya dicha por los mayores calurosa tarde de mayo, las tonadas en un monumental coro de menores cuyo peinado era de esas de cacahuatito para los niños y de cebollita o pelo recogido para las niñas, con la rigurosa porción de la muy popular brillantina pasada por las cabezas de todos en un gesto muy normal de ese entonces.
La forma de recibir a los menores de parte de los entonces sacerdotes de cada uno de los templos era de entusiasmo y denotaba el gran amor al culto religioso escogido sin equivocación por esos sabios hombres cuya figura era identificable en cualquier punto del entonces quieto pueblo de Lagos de Moreno.
La salida del templo era parte entonces de un segundo recreo para los niños, podían jugar, subir y bajar las gradas ir al jardín bajo la rigurosa mirada de los papás quienes igual igual iban al rosario o bien de las entonces catequistas.
La llegada de este mes igual traía el bullicio de las entonces muy alegres fiestas del Templo del Refugio, y claro está para muchos era camino obligado de recorrer a pie sin protestar acostumbrados los ancianos de hoy en su niñez a caminar cualquier distancia, no era difícil entonces ver esos ríos de gente enfilando al Templo del Refugio, no había necesidad de camiones, la gente tenía como normal caminar y caminar.
El mes de mayo era ya marcado por un fuerte calor pues para los entonces no acostumbrados habitantes de esta Villa de Santa María los 28 grados centígrados era ya motivo de calor, se las ingeniaban para entonces pasar largos ratos igual bajo los árboles del malecón, o bien en todo lo que eran grandes y viejos árboles en diferentes puntos de la ciudad, y cuya sombra era generosa para quienes caminaban por ratos pero Lagos creció las costumbres cambiaron y muchas de esas tradiciones se olvidaron y tan es así que hoy los templos en el mes de mayo tienen pocos niños cumpliendo esa vieja tradición la cual se niega a desaparecer, pero no es ya tan marcada en el fervor mariano como lo fue en antaño en el Lagos del ayer…