Escultura de Carlos Terrés en León Gto.
“… En estos dos templos —el templo material lugar de adoración y el templo espiritual dentro de mí, donde mora el Espíritu Santo— nuestra actitud debe de ser la piedad que adora y escucha; que ora y pide perdón; que alaba al Señor». Y «cuando se habla de la alegría del templo, se habla de esto: toda la comunidad en adoración, en oración, en acción de gracias, en alabanza. En oración con el Señor que está dentro de mí, porque soy templo; en escucha; en disponibilidad».…”. Papa Francisco.
Por: Pilar Peres Cernudas
El pasado martes 21 de diciembre, se llevó a cabo la bendición de la “Capilla de adoración” en la parroquia de San Pio X, en León Guanajuato, presidida por el Padre Juan Rodríguez acompañado de la comunidad de los fieles de la parroquia.
Al centro de la capilla, está instalada una escultura comisionada al Maestro Carlos Terrés, trabajada en Terroca, latón y oro, con el tema de “La Custodia”.
Acompañaron también al sacerdote, el Arquitecto Isai Padilla y el escultor Carlos Terrés quien al hablar de la escultura mencionó “… el salmo 33 dice: Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas; entonen para él un canto nuevo, toquen con arte, profiriendo aclamaciones… y aquí estamos esta noche con el arte y el sentimiento, alabando al Señor… con esos materiales el señor me permitió modelar el sagrario para esta capilla de adoración, debo de agradecer a Dios, al Padre Juan Rodríguez, a los benefactores y a todos los que me dieron oportunidad de trabajar en este bello tema: “ El sagrario y su custodia…”, es un testimonio de ese sentimiento hermoso de compartir a quien venga a este lugar en adoración a estar cerca del señor, que se sienta observado por una mirada dulce y bondadosa, que perciba una sonrisa divina al entrar, amado, acompañado, protegido, con la seguridad y la confianza de poder hablarle, disfrutar su presencia, comprender su misterio y su enigma, y en silencio contemplativo oír al amor que habla, al buen amigo con quien todo se puede alegrar o sufrir, acercarse al Padre nuestro en actitud sencilla y agradecida para pedirle con humildad que con el regalo de su amorosa presencia nos cubra su amor desbordante, … poder decirle como San Pedro: apártate de mi Señor que soy un pecador… para terminar diciendo: Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te quiero…amén. …”